martes, 30 de octubre de 2012

Marina - Capitulo 1 "El Principio"


Aún tenía 12 años y jugaba con muñecas  cuando todo empezó. Su hermano de 18 años partía a México y celebraba un reunión de despedida junto a sus amigos, en ésta, le recordaban su condición,  tenía 18 años y nunca había tenido relaciones con alguna mujer; lo tildaban de raro, de idiota, de aburrido y siempre le ofrecían primas, amigas, novias y hasta hermanas con el fin de que pase a la condición de “iniciado”. Él siempre se había negado; su amigo de la infancia estaba hoy de obrero y marginado por el hecho de tener a sus 18 años un hijo de 3 años. Nunca superó esto.

Ellos no eran pobres pero tampoco millonarios, sus padre se dedicaban al comercio y esto los tenía siempre viajando, Verónica, la madre, ya había estado antes con otros hombres y tenia de cuenta propia 2 hijos y 1 hija; un hijo murió en un accidente de tráfico, la hija se escapó con el novio, aunque luego fueron aceptados por la familia, estableciéndose en México donde iba a ir el último de los tres hijos de Verónica. Marina, nuestra heroína  era la única hija de Gustavo.

Aquella noche, todo cambiaria.

Pocos meses antes, Marina noto que le crecían los senos y que en su interior se movían cositas que hacían que crezca también de estatura. Su madre siempre ausente solo le dejo un formador sobre la cama y una pequeña donde explicaba cómo debía usarlo, se los puso y le calzaron bien, Marina volvió al cuarto de muñecas. El cuarto de muñecas no era una habitación especial, sino un pequeño deposito donde sus padres guardaban toda la mercadería que no habían podido colocar a tiempo, estas cajas le permitían a Marina tener una ciudad de edificios enormes donde sus muñecas podrían hacer lo que se les ocurriera y ser lo que en su infantil mente quisiera. Marina era una chica con unos buenos senos para su edad.
Inocente ella, pasaba en las tardes camino al cuarto de muñecas, únicamente con el formador y unos jeans, dejando ver que físicamente no tendría problemas en encontrar pretendientes.

Esa noche, tras despedir a sus invitados y ponerse a alistar la maleta de mano para su viaje a México, el hermano de Marina la vio dirigirse hacia el cuarto de muñecas con su formador y sus jeans; todas las burlas y humillaciones, además del deseo de todo hombre por conocer del sexo y sus derivados hicieron que José (así se llamaba el hermano) se decidiera a no irse del Perú sin haberse estrenado, y con una emoción que lo fue presionando ideo un plan para desvirgar a su hermana y desvirgarse él.

José espero que su hermana fuera al baño y se ocultó en el cuarto de muñecas, tras la puerta, la ansiedad lo mataba sabía que debía hacerlo como sea pero una vocecita le decía que no, él no le hizo caso espero y calculaba mentalmente los pasos que debía seguir, escucho los pasos de Marina en el pasillo y repentinamente sufrió una erección, acompañada de una fuerte dosis de adrenalina. Cada paso de Marina retumbaba en su cerebro, no sabría si podría resistir, iba a explotar antes que Marina cruce la puerta, se iba a poner a llorar, Marina cruzaba el umbral.  La vio pasar. Fue todo… lo hizo finalmente.

Cerro la puerta con su pierna, con la mano izquierda se desabrocho el pantalón y bajo el cierre, mientras que con la derecha empujo a Marina contra las cajas logrando recostarla, como lo había planeado, con el pantalón abajo, uso las dos manos para bajarle el pantalón a Marina, y verle sus bragas hermosas que no hicieron más que despertar su libido, no lo pensó más. Con la mano derecha tapo la boca de Marina (aunque no era necesario), y con la izquierda desnudo su sexo femenino. Con miedo y mucha adrenalina, aunque también con suerte, apunto directamente con su pene y en un primer intento ingreso, desvirgándose ambos en el instante, Marina no gritaba quizás estaba en shock, pero el empezó a moverse y meter más y más, había un animal interior que lo movía, no era él pero lo disfrutaba, no se detuvo al ver sangrar a su “hermana”, lo siguió haciendo de todos modos, sentía que no podía más y sin darse cuenta eyaculo en el útero de Marina, y con él se fue el demonio animal que lo poseyó. Ya no era Virgen.

En sus casillas y con el miembro dentro de su hermana, empezó a recoger sus prendas, queriendo huir, en un arranque de miedo y culpa pero una voz le detuvo antes de abrir la puerta.

“Cojamos otra vez”

Era su hermana, cual paloma herida y sangrante le pedía continuar con su castigo, aún estaba recostada y sangraba un poco, José no se movía y ella solo atinó a sacarse el formador y dejar al aire un par de senos hermosos que despertaron la libido en José, que saco la mano de la perilla, y termino de desvestirla toda, y a él también. Fue más moderado, pero a la vez agresivo, encontró en esta mujer, toda esa represión que había contenido, toda la ira de haber sido fastidiado y toda su condición de hombre que ahora reclamaba; Marina ahora gemía, lo disfrutaba, no había encontrado nunca una sensación igual, le dolía pero le gustaba realmente no quería que acabase, quería estar así siempre, o por lo menos esa noche, duraron una hora, se las ingeniaron y colaboraron, descubrieron juntos su sexualidad, sin embargo ya iba a ser de madrugada, sabían que sus padres llegarían, pues estaban de viaje, solo para despedir a José, éste cogió sus ropas, fue a ducharse, dejando a Marina desnuda observando su antiguo cuarto de muñecas.

Desnuda, recorrió con su dedo de 12 años, la caja donde estaba su sangre y manchándose escribió con letras grandes.

23 DE ENERO
AQUÍ SE QUEDA MI NIÑEZ

Recogió sus ropas, se vistió, su hermano aún seguía duchándose, ella solo fue a dormir, sabía que esa noche empezaría todo, y que nada iba a ser igual.